En la charla, la Hna. Pilar Samanes, directora titular del Hospital la Salud, explicó los orígenes de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, propietarias del Hospital La Salud, para poner en contexto la vocación de cuidado y de acogida del centro.
“Nuestra llamada al cuidado, a la salud, a la curación nos viene del propio Jesús, del propio Evangelio. Jesús cura y sana, acompaña a las personas más frágiles. Tal y como se explica en el Libro de los Hechos, “pasó haciendo el bien y sanando toda enfermedad”, expuso la Hna. Samanes.
“Una de las primeras cosas que vemos es que Jesús genera confianza- añadió-. Las personas enfermas tienen miedo, incertidumbre, no saben si lo que tienen es grave o no. No siempre las personas saben lo que tienen, y nuestro deber es, tal y como nos enseñó Jesús, intuir. Debemos saber generar más vida en lugar de asustar a las personas enfermas. La indiferencia-recalcó- deja a la persona desvalida”.
En este sentido, la Hna Pilar Samanes recordó que inclinarse, agacharse para ponernos al nivel de la persona que sufre, es un gesto sutil que genera confianza y evita mirar a los pacientes desde un plano superior. Esto es “otra forma de estar” y es lo que marca la diferencia entre el cuidado integral y solamente el físico.
La Hna Pilar Samanes hizo un repaso cronológico de la historia de la Congregación de la Hermanas de la Caridad de Santa Ana desde su fundación en Zaragoza en 1804 hasta hoy. Recordó los inicios y el trabajo de las primeras hermanas, lideradas por la Hna María Ràfols, para humanizar la salud y el cuidado desde otra forma de estar.
En esos momentos, ellas ya vivieron la pastoral de la salud de una forma totalmente vocacional. Ya destacaban la importancia de estar siempre a la vista de los enfermos para “estar siempre a tiro y que quien las necesitara no se lo pensara dos veces”.
Realizaban, en la vulnerabilidad de los pacientes, un acompañamiento personal para ayudarles a sacar provecho espiritual de su enfermedad, a entender no el porqué de la enfermedad sino el para qué y ayudarlos a confrontarse con ellos mismos y con la vida.
Las primeras Hnas tenían un voto de servicio a los enfermos de enfermedad contagiosa, se auto exigían un cuidado exquisito y demostraciones de atención y compasión. Como ejemplo, el gesto de calentarles la cama y darles un caldo caliente al ingresar porque su máxima fue siempre tratar a los pacientes “con el mayor cuidado, con todo detalle y con todo amor”. Y así, es como, a día de hoy, La Salud continúa queriendo cuidar a las personas.
Actualmente, la CHSA está presente en 30 países de los 5 continentes a través de escuelas, centros de formación, hospitales, centros socio sanitarios, residencias…etc, En el ámbito sanitario, en Valencia, la Congregación dispone –entre otras presencias- el hospital La Salud que, tal y como explicó la Han Pilar Samanes, “forma parte de un proyecto global de alcance universal que promociona la salud y el cuidado del paciente en su vertiente física, social y espiritual”.
“Intentamos transmitir valores de humanización, ética personal y profesional, honestidad, profesionalidad, acogida, espiritualidad, compromiso social y conciencia ecológica- añadió- y, desde estos valores, se ha desplegado el Plan Estratégico de la institución. El proyecto pastoral atraviesa toda la organización porque lo fundamental es acompañar.
En este sentido Charo Triviño, miembro del equipo de acogida del hospital, explicó el trabajo que realiza este grupo que de forma voluntaria pasa cada día por las habitaciones para ofrecer atención emocional y espiritual y atender todas las necesidades de los pacientes y sus familiares.
Triviño contó que en el año 2023 realizaron unas 3.500 visitas a pacientes e hicieron 100 acompañamientos a varios niveles: desde la escucha activa hasta la solución de cualquier duda o inquietud de pacientes o familiares.
“Es muy gratificante y me llena enormemente saber que esta labor ayuda a las personas que están en un momento de mucha vulnerabilidad. Esta experiencia- añadió Charo Triviño- nos hace anclarnos a la realidad del lugar en el que trabajamos sin perder la consciencia de que nuestros clientes son pacientes, personas preocupadas, con miedos, que están pasando por un momento de incertidumbre y de mucha vulnerabilidad. Estas visitas y esta escucha para nosotras es una manera de concretar lo que significa “otra forma de estar”.
El Padre Miguel Ángel, capellán del Hospital La Salud, por su parte, contó que para él “cada día es una oportunidad para descubrir los retos tan grandes que hay en la realidad de la vida del enfermo”.
En el hospital, contó, “intentamos trabajar en equipo. Cada uno da de lo que tiene y ese trabajo permite que pongamos al alcance de los enfermos lo mejor de nosotros mismos. La atención espiritual en el acompañamiento al enfermo- añadió- y poder dispensar el auxilio de los sacramentos es gratificante porque la familia y el paciente experimenta como Dios realiza su obra”.
“He tenido experiencias muy positivas- explicó el padre M. Ángel- de personas que llegan con una actitud muy negativa, de rechazo, cerradas, y que luego salen con ánimo cambiado y ganas de luchar. Hay una paciente, por ejemplo, a la que llevo atendiendo algunos meses y he notado el cambio en ella. Está en paz consigo misma y con Dios y la familia también ha experimentado esa actitud de colaboración y tranquilidad porque cuando el enfermo sufre lo hacen también todos los que están a su alrededor”.
Si la actitud de los enfermos cambia-subrayó- los tratamientos tienen mayor eficacia porque el cuerpo, la mente y el espíritu se disponen a recibir, están abiertos y esto lo podemos lograr con nuestro trabajo, poco a poco y sin descanso”.