Picor en la nariz, estornudos, tos, lagrimeo, goteo nasal… son manifestaciones clínicas claras de la alergia, pero también pueden serlo de la infección por Covid. Los alergólogos están viendo un aumento de consultas de pacientes que, con estos síntomas, se preguntan si deben hacerse una prueba PCR para descartar el Coronavirus. “Los síntomas más típicos coinciden- explica la Dra. Valentina Gutiérrez, alergóloga del Hospital La Salud- pero el Covid además, produce en la mayoría de los casos fiebre, dolor muscular y dolor de cabeza intenso”.
“El problema más importante con el que nos encontramos- advierte la Dra. Gutiérrez- es que hay muchos casos en que el Covid es asintomático con lo que no es descartable que un paciente alérgico consulte por estos síntomas, se atribuyan a su alergia, pero pueda estar además contagiado sin síntomas propios del Coronavirus”.
El uso de mascarillas también es un motivo frecuente de consulta. Muchos pacientes creen que este año, gracias a su uso no tendrán alergia o no será necesario que se vacunen de la alergia. “Eso no es cierto”, advierte la Dra. Valentina Gutiérrez. “En primer lugar- aclara- la mascarilla puede reducir la cantidad de partículas de polen que llegue a las vías nasal y respiratoria, pero hay que tener en cuenta a los ojos”. “De hecho- asegura-, este año estamos viendo muchas y graves conjuntivitis. Por ejemplo, el polen de los cipreses está muy activo y, como los otros, afecta mucho la vía ocular”.
Por otro lado, el tratamiento con vacunas alergénicas, tampoco evita que una persona alérgica se deba poner mascarilla. En realidad, las vacunas de la alergia son desensibilizadoras, es decir, se administran dosis cada 4-8 semanas que van induciendo un aumento progresivo de la tolerancia y ese efecto beneficioso se produce a largo plazo. “Es decir- explica la Dra.- que las dosis de hoy trabajan para los próximos meses y años”.
En cuanto a las vacunas del Covid y las posibles alergias que causa, la Dra. Gutiérrez quiere transmitir un mensaje de absoluta tranquilidad. Son. extremadamente infrecuentes y afectan a personas que previamente hayan tenido reacciones alérgicas al polietilenglicol (un aditivo que se usa en otras vacunas, ciertos laxantes, y algunos medicamentos de escaso uso). “En caso de duda- aclara- se debe consultar con un alergólogo”.
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a las gramíneas seguidos en orden decreciente por la alergia al olivo, al ciprés, al plátano de sombra, y a las malezas como los céñigos y las urticáceas.
Existe una relación directa entre algunos factores climatológicos como es el caso de las lluvias, la temperatura y la humedad y la intensidad de los recuentos de pólenes durante la primavera. Este año, advierte la Dra. Gutiérrez, “el clima ha sido poco habitual. Por ejemplo, en diciembre, tuvimos mucho viento de poniente que aumentó considerablemente el polen en suspensión sobretodo del ciprés en Valencia. En este sentido-añade- las alergias tuvieron un pico muy fuerte. Es muy difícil predecir cómo va a ser la primavera y qué tipo de pólenes van a ser los predominantes pues es clave la climatología de los próximos meses. Por ello es un importante que los alérgicos a pólenes actualicen los estudios de alergia y se puedan beneficiar de las novedades de tratamiento de las que hoy se dispone”