La Salud ha realizado un estudio caso-control con 407 niños y niñas de entre 10 y 12 años con pacientes controlados en Pediatría. La muestra se separó en dos grupos valorando el Índice de Masa Corporal del paciente: los que presentaban un peso saludable para su talla y edad y los que presentaban obesidad y/o sobrepeso asegurándose de que ambos grupos se hubieran alimentado de forma parecida hasta ese momento.
“Lo que constatamos – explica la Dra. Eva Carvajal, pediatra y responsable de la consulta de Lactancia de La salud- es que la diferencia estaba en la alimentación que recibieron hasta los 4 meses de vida. En el grupo alimentado con leche artificial había una mayor prevalencia de obesidad que en el otro, concretamente, un 23% más.” En el grupo de pacientes sin sobrepeso ni obesidad, había un 56% que recibieron lactancia materna durante los primeros cuatro meses de vida mientras que, en el grupo de niños y niñas con obesidad, solamente habían recibido lactancia materna el 34%.
Los niños y niñas tienen pendiente de crecimiento durante el primer año de la vida que decrece a partir de esta edad, llegando a sus valores mínimos entre los 4 y los 8 años, momento en el que se produce un nuevo aumento hasta la edad adulta.
En el estudio se ha observado que en los niños que presentaban obesidad, este incremento, al que se ha denominado “rebote adiposo”, se había producido precozmente, antes de los 5 años. Este hecho, explica Eva Carvajal, “conduce a una elevación más rápida del Índice de Masa Corporal (IMC) y se asocia significativamente a un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta, es decir, que los bebés alimentados con lactancia artificial podrían tener mayor tasa de obesidad de adultos que los que en su niñez fueron amamantados de forma natural.”.
En este sentido, insiste Eva Carvajal, “no podemos dejar de hablar de los beneficios de la lactancia materna, no solamente porque se asocia con una menor prevalencia de sobrepeso y de obesidad, sino porque, además, esta asociación es más importante en aquellos que reciben una lactancia más prolongada y sus beneficios se perduran más allá de la infancia”.
Los factores de riesgo para sufrir obesidad se encuentran el bajo peso al nacimiento, el incremento rápido de peso en los primeros dos años de vida, la edad de rebote adiposo, el sobrepeso en la infancia, factores familiares y sociales y el medio socioeconómico. La presencia de obesidad en la infancia supone un factor de riesgo importante para desarrollar en la vida adulta obesidad.
La Dra. Carvajal advierte que “dada la dificultad del tratamiento de la obesidad una vez instaurada cualquier esfuerzo encaminado a su prevención resulta importante y en este sentido La Organización Mundial de la Salud Recomienda que los niños sean alimentados con LM hasta el sexto mes de vida y como complemento a la alimentación complementaria hasta los 2 años de vida”.
Sin embargo- añade- “hay un porcentaje muy pequeño de mujeres que por diversos motivos no pueden amamantar a sus bebés. Hay que tranquilizarlas porque si bien nunca van a ser como la lactancia materna que se adapta a las necesidades del bebé en cada momento, las fórmulas artificiales que han evolucionado y mejorado mucho”.