Todos deseamos con verdadera ansia el inicio de las vacaciones; ese periodo largo de desconexión de todas esas rutinas que durante todo el año nos toman todo nuestro tiempo y, en ocasiones pasando más horas en nuestros trabajos que con nuestras propias parejas.
“Sin embargo, y desde la experiencia profesional- asegura Tony Crespo, psicólogo en la Unidad de Psiquiatría del Hospital La Salud de Valencia-, hemos observado que tras las vacaciones nuestras consultas notan un incremento importante en consultas de Terapia de Pareja, ya que más de la mitad de las parejas o matrimonios discuten durante su periodo vacacional.
El periodo vacacional provoca cambios significativos en nuestras rutinas. Durante todo el año sufrimos las consecuencias de nuestros horarios frenéticos, nuestras múltiples tareas del hogar, nuestros hijos y obligaciones escolares y extraescolares, etc. y en demasiadas ocasiones nuestras parejas quedan relevadas a “un segundo lugar” por falta de tiempo de dedicación, estrés, y sobre todo cansancio físico y mental.
Durante las vacaciones, todas estas responsabilidades quedan en suspenso “hasta septiembre”, y nuestros hobbies, relaciones con amigos y, sobre todo, con nuestras parejas pasan a un primer plano.
Les dedicamos más atención y más tiempo, motivo más que suficiente para poder encontrarnos con momentos de más roces que si no se toman desde una perspectiva correcta, pueden terminar causando conflictos o problemas graves en la estabilidad en la pareja.
Alguno de los problemas que suelen referir las parejas en sus terapias son:
– “Es como si mi pareja estuviera todo el rato pendiente de mí y eso me ahoga”
Esta situación suele surgir porque la mayor parte del año cada miembro de la pareja lleva sus propios ritmos y obligaciones. Una vez de vacaciones las reglas cambian, y las parejas se ven en la situación de “ceder parte de su tiempo y espacio personal a sus parejas”. Esto puede provocar la sensación de tener menos privacidad. Es importante en este sentido evitar ver a las parejas como alguien que “te molesta” porque no te deja hacer las cosas que “siempre sueles hacer”, sino como una oportunidad de estrechar lazos y reconectar. De esta manera, la satisfacción personal se vuelve tan importante para uno como la propia satisfacción o seguridad del otro, dando lugar a un estado de amor más duradero.
– “Parece que no hemos aprovechamos el tiempo de vacaciones, se han terminado y no hacemos nada”
Muchas parejas llegan a las consultas enojadas después de verano, porque creen que han perdido “su tiempo” de vacaciones y, que prácticamente no han hecho nada. Esto suele plantearse normalmente cuando uno de los miembros de la pareja e incluso ambos esperaban que el otro planificara su tiempo de vacaciones y tomara iniciativas a la hora de hacer actividades, viajes o pequeñas escapadas que rompiesen esa “rutina”.
Por otro lado, también nos encontramos a parejas en las que uno de los miembros toma el rol de “organizador”, siendo éste quien sugiere y dirige, lo que para el otro puede parecer como que debe “obedecer y no interferir” en las decisiones, para no generar malestar. Los conflictos surgen cuando el que siempre sugiere se cansa y pasa entonces toda la responsabilidad del tiempo de vacaciones al otro quien no sabe cómo hacerlo, porque nunca ha tenido la oportunidad.
En estos casos, siempre se recomienda que unas semanas e incluso meses antes de las vacaciones, los dos miembros de la pareja se tomen su tiempo para juntos organizar y proyectar lo que podrían ser una buenas vacaciones para ambos.
Una vez más nos encontramos ante una mala comunicación de pareja previa, donde se da por hecho que uno de los dos miembros, es el que “debe o sabe” hacer mejor esa tarea; que tal y como indicamos es cosa de dos.
– “De repente me doy cuenta de todo lo malo de mi pareja”
Cuando se pasa más “tiempo seguido” con una persona es normal ver algunas actitudes y comportamientos que nos gusten más y, por otra parte, otras que directamente no nos gustan. Es como generar ciertas expectativas de “cómo debería comportarse y hacer con nosotros” nuestras parejas en ese tiempo vacacional y observar frustrados todos esos “defectos” que parecían dormidos en ella.
En estos casos es importante trabajar la tolerancia y la aceptación, o, simplemente, permitir que el otro tenga formas diferentes de hacer las cosas, ya que todos nos volvemos más exigentes cuando estamos de vacaciones porque es algo en lo que invertimos tiempo, dinero y expectativas. Por eso tenemos mucha menos tolerancia a la frustración en vacaciones y deseamos que no haya contratiempos.
Según Tony Crespo, esta premisa es absolutamente falsa. “Si bien un número significativo de parejas discuten en verano, no por ello significa que vayan a sufrir una crisis de pareja. Los psicólogos, recomendamos que la mejor manera de evitar estas crisis estivales, es trabajar en nosotros mismos, y con ello nos ayudará a mantener una mejor relación de pareja”, asegura.
Algunos de los “consejos o prácticas” que recomiendan los profesionales de la Salud Mental para mejorar las relaciones y hacerlas crecer suelen ser:
“El verano puede poner a prueba muchas relaciones, pero si existe una relación sólida y hay más aspectos positivos que negativos, no hay razón para que una discusión signifique que las cosas no van bien o que lleven a una ruptura”, puntualiza Tony Crespo.