Valencia, 10 de septiembre de 2020.- No es una patología muy frecuente, afecta a entre 1 y 3 de cada 100 niños, pero sí que puede llegar a ser muy grave si no se diagnostica y trata correctamente. Hablamos del Reflujo Vesicoureteral (RVU). Se trata de un defecto bien anatómico, bien funcional de la unión entre la vejiga y el uréter que puede provocar lesiones renales crónicas. De hecho, 1 de cada 4 niños que sufren RVU padece algún grado de insuficiencia renal (1).
El reflujo vesicoureteral en la infancia es una de las causas más frecuentes de infección urinaria. En concreto, se encuentra presente entre el 30 y el 50 % de los niños con infección.
La aparición de la RVU se debe a una anomalía en la maduración en el mecanismo valvular que une la vejiga y el uréter. Una válvula a modo de túnel entre las capas de la vejiga que se alarga con la edad y que, en muchos casos puede tener una resolución espontánea. De hecho, su prevalencia va disminuyendo entre un 10 y un 15% cada año a lo largo del periodo de crecimiento del niño. Este defecto afecta a 3 de cada 10 hermanos y casi al 36% de los hijos de padres que lo han padecido (2)
Es común diagnosticarla durante el embarazo, por dilataciones de la vía urinaria del feto. Cuando esto no sucede, al no presentar síntomas clínicos, el RVU puede pasar desapercibido y debutar en forma de infecciones urinarias de repetición o infección febril (pielonefritis). La forma de diagnosticarla es a través de distintas pruebas de imagen y es importante el estudio de la función renal.
El tratamiento de esta patología abarca un amplio abanico de posibilidades según el grado de reflujo, la edad del paciente y la repercusión en el riñón y puede ir desde medidas higiénicas, hasta antibióticos profilácticos o la cirugía. El urólogo infantil decidirá el tratamiento más adecuado para cada paciente.
Las medidas higiénicas generales son el primer paso y tienen como objetivo disminuir el número de infecciones y mejorar los hábitos de vaciamiento de la vejiga para que no enmascaren el problema real. En este sentido se aconseja:
En cuanto al tratamiento quirúrgico, hasta hace relativamente poco tiempo, ha consistido en la reimplantación del uréter en la vejiga creando un mecanismo antirreflujo. Sin embargo, desde hace unos años se ha introducido en España ya el uso de tratamiento endoscópico mínimamente invasivo que evita la cirugía abierta y que ayuda enormemente a la recuperación ya que el niño puede recibir el alta en las 24h posteriores a la cirugía e incorporarse a su vida normal.
Se realiza mediante el implante a través de la uretra, por endoscopia, de determinadas sustancias bajo el orificio ureteral. Puede requerir una repetición del procedimiento pero en general las tasas de éxito son muy altas, en manos experimentadas, con una sola intervención.
(2) Asociación Española de Padiatría (AEP)