Apúntate a la Dieta Mediterránea. Ya sabes, productos frescos, de temporada cocinados de manera sencilla en casa y, cómo no, con un chorrito de aceite de oliva. Es la manera más sabrosa de evitar el sobrepeso y la obesidad.
No te olvides de las cinco raciones de fruta y verdura al día, de tomar pescado tres o cuatro veces por semana y de dar preferencia a las carnes magras y a las aves. Rescata las legumbres, los cereales y un puñadito de frutos secos. Por un corazón fuerte.
Vigila el consumo de grasas, especialmente las de origen animal. Presta atención al etiquetado de los alimentos y rehúsa los que contengan grasas trans, extraordinariamente nocivas para tu salud cardiovascular.
Modera la ingesta de azúcares refinados y el de sal. En estos casos, menos es más.
Haz ejercicio suave, pero sé constante. Camina a buen ritmo al menos durante 30 minutos un mínimo de 5 días a la semana. Monta en bicicleta, camina por la ciudad, haz natación apúntate a baile… huye del sedentarismo.
Deja de fumar y mantente a salvo del humo. El tabaquismo es uno de los mayores enemigos del corazón; cuanto más lejos mejor.
Vigila tu tensión arterial y cuida que los niveles de colesterol y glucosa estén dentro de unos márgenes saludables. Pide consejo a tu médico si tienes dudas sobre las cifras idóneas de acuerdo a tu sexo o edad.
Ojo con el alcohol. Un vasito de vino en las comidas es más que suficiente para mantener un corazón en forma. Bebe con mucha moderación.
Calma. Aplícate el principio fundamental del “slow life” (vida lenta) y controla tus niveles de ansiedad y estrés; enemigos de la salud cardiovascular. Vive de manera serena, prioriza tus tareas y deja de pensar que absolutamente todo es urgente.
Disfruta. El estilo de vida mediterráneo incluye cultivar las relaciones sociales y familiares, así como del ocio al aire libre. La sociabilidad tiene premio