La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que afecta a millones de personas en todo el mundo. Es más común en niños, pero también puede persistir o aparecer por primera vez en adultos. Se caracteriza por la sequedad extrema, picazón intensa y enrojecimiento de la piel, lo que puede causar molestias significativas y afectar la calidad de vida.
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica y se estima que afecta al 15-20% de los niños y al 1-3% de los adultos a nivel mundial. Se cree que hay una combinación de factores genéticos, ambientales e inmunológicos que contribuyen al desarrollo de esta afección cutánea. Los pacientes con antecedentes familiares de dermatitis atópica, asma o rinitis alérgica tienen un mayor riesgo de padecerla.
Los síntomas varían de leves a severos y pueden aparecer en diferentes partes del cuerpo.
La piel afectada puede presentar sequedad, enrojecimiento, descamación y picazón intensa. La picazón puede ser tan intensa que lleva al rascado repetitivo, lo que a su vez puede provocar inflamación, infecciones secundarias e incluso alteraciones en el sueño debido a la incomodidad.
El diagnóstico de la dermatitis atópica suele basarse en la evaluación clínica de los síntomas y la historia médica del paciente. No hay una prueba específica para diagnosticarla, pero los dermatólogos pueden realizar pruebas como la biopsia, análisis de sangre y pruebas del parche para descartar otras afecciones similares o identificar posibles alérgenos desencadenantes.
El tratamiento se centra en aliviar los síntomas y controlar los brotes. Esto puede incluir el uso de cremas hidratantes para mantener la función barrera de la piel, evitar irritantes conocidos, como ciertos tejidos o productos químicos, y el uso de medicamentos tópicos, como corticosteroides, para reducir la inflamación y la picazón. En casos graves, los médicos pueden recetar medicamentos orales o tratamientos biológicos para controlar la inflamación.
Además del tratamiento médico, adoptar ciertos cuidados y hábitos puede ayudar a reducir los brotes y mejorar la calidad de vida de quienes padecen dermatitis atópica. Estos incluyen mantener la piel bien hidratada, usar ropa suave de algodón, evitar temperaturas extremas y situaciones de estrés.
La dermatitis atópica puede ser una afección desafiante, pero con un manejo adecuado y el apoyo de profesionales de la salud, los pacientes pueden encontrar alivio y mejorar su calidad de vida. Es fundamental acudir al dermatólogo para desarrollar un plan de tratamiento personalizado que se adapte a las necesidades individuales de cada paciente.