El consumo de carnes tratadas con hormonas y la carga hormonal que hay en el ambiente a causa de los pesticidas, los químicos usados en la industria agroalimentaria y cosmética, así como las dietas ricas en estrógenos son, entre otros, causantes de esta malformación que sufren 3 recién nacidos de cada 1000. No se trata de una malformación muy habitual, aunque es la anomalía más frecuente del pene, pero puede tener importantes repercusiones y salvo en casos muy leves leves requiere abordarlo con tratamiento quirúrgico altamente especializado.
El Hipospadias, se manifiesta, según el Urólogo Pediátrico de La Salud, Dr. Agustín Serrano. “por la posición más baja del meato uretral (a desembocadura de la uretra) por debajo de su localización habitual en el ápex peneano”.
“Puede encontrarse en cualquier localización- añade-, desde muy cercano a su localización “normal” a estar incluso en periné por debajo del escroto. Además, suele tener asociada la malformación del prepucio que no se ha cerrado en su parte anterior”.
Ocasionalmente, esta malformación puede llevar asociado cierto grado de incurvación del pene, un defecto, según el Dr. Serrano, que “no solo afecta al pene de forma estética, sino que puede llegar a ser un problema funcional porque puede provocar dificultad a la hora de orinar de pie o mantener relaciones sexuales en la edad adulta”.
Según la Asociación Española de Urología (AEU), entre el 5 y el 25% de los hipospadias tienen incidencia familiar. Entre 7 y 10 niños de un padre afectado, lo padecen también.
Esta malformación se ha relacionado también con la producción de hormonas fetales bien por fallos en el proceso de producción o transformación de la testosterona bien por la administración de progestágenos a la madre para facilitar el embarazo.
Asimismo, la edad avanzada de la madre y el tabaquismo materno, las anomalías testiculares del padre o el crecimiento intrauterino retardado son, según la AEU, factores que pueden causar esta malformación congénita
Existen multitud de técnicas quirúrgicas. En ocasiones, explica el Urólogo Infantil de La Salud, “pueden ser necesarias varias intervenciones y la realización de injertos y colgajos. Hablamos de una cirugía que precisa de una alta especialización por lo que debe realizarse por manos muy expertas”.
El momento óptimo para la cirugía es entre el año y los 18 meses de vida ya que el niño se incorporará a su vida escolar con la malformación corregida y no sufrirá alteraciones emocionales. Además, a esa edad los cuidados post quirúrgicos son más sencillos.
La intervención requiere reposo y cuidados entre 48h y una semana, siendo más prolongados en el caso de que se le haya colocado un injerto.