A pesar de que dormiremos una hora más esa noche, durante unos meses anochecerá más pronto, cosa que no es plato de buen gusto para muchos si bien para nuestra salud, según los expertos, es lo mejor ya que nuestros biorritmos van más acompasados con los horarios de salida y puesta del sol.
En un principio podemos sufrir pequeños desajustes, un leve “jet-lag” que dura pocos días y que afecta de forma distinta según la edad. Los que más sufren el cambio son los niños y los ancianos, más vulnerables en general a los cambios de rutina.
En cuanto a las personas que sufren patologías neurológicas como migrañas o epilepsia pueden ver agravados sus síntomas, según explica el Dr. Rafael Valdivieso, responsable de la Unidad de Neurofisiología del Hospital Casa de Salud.
Otros síntomas comunes que provoca el cambio horario pueden ser la inapetencia, menos sueño al acostarse los primeros días o falta de concentración y un estado de ánimo un tanto más bajo de lo habitual. Unos síntomas que, en cualquier caso, pasarán a los pocos días cuando el cuerpo se haya adaptado y, sobre todo, si somos disciplinados a la hora de mantener rutinas horarias.
Para paliar los posibles efectos de este cambio de hora se recomienda: