Esperanza es una paciente muy especial del Hospital La Salud. Lleva 30 los años unida al centro y hoy, su madre, Toñi, nos ha querido dejar el testimonio escrito de su experiencia
“Todo empezó cuando por primera vez acudí a Urgencias de este hospital y decidieron dejarme ingresada por la amenaza de un aborto. Fue mi primera noticia sobre que estaba embarazada. Desde ese preciso momento empecé a tener una relación muy estrecha con el hospital y los que allí trabajaban; allí di a luz a mi hija y después siguieron sus múltiples visitas a urgencias por fiebre alta y mis dudas de madre primeriza. Recuerdo con añoranza nuestras visitas a las monchetas como cariñosamente llamábamos a las hermanas que atendían el hospital.
Años más tarde, cuando tuve un serio problema de salud, no física sino emocional, acudí allí como si de mi propia “casa” se tratase, -mi Casa de Salud literal-. Desesperada, recuerdo como subí a la cuarta planta de las consultas externas junto a mi hija Esperanza y recorrí el que en aquellos momentos vi como un pasillo larguísimo cuando tan solo era de unos pocos metros, hasta llegar a la Unidad de Psiquiatría buscando psicólogo que pudiera dar respuestas y soluciones a nuestro problema.
Tal vez fue por casualidad, aunque no soy de las que creen que nada pasa porque sí, pero mientras relatábamos angustiadas en recepción la situación que allí nos llevaba…, había una puerta abierta, la de la consulta del Dr. Tony Crespo quien tras escucharnos salió diciéndole a mi hija:
– Esperanza ¿quieres que hablemos un momento?
A lo que ella, para mi sorpresa, porque no quería ni mirar a desconocidos, dijo: “Si””
A partir de ese momento y hasta la fecha, explica Tony Crespo, “esa puerta sigue de par en par para ella y su familia, orientándonos a comprender que pasa por su mente en cada momento y, ayudándonos en la ardua experiencia de apoyarla en todas sus decisiones”.
No lo hemos dicho todavía pero Esperanza tiene Síndrome de Down y eso es lo que hace que este relato tenga un color distinto, porque las personas como ella no van al psicólogo a tratar sus asuntos, ni tan siquiera un tema tan serio como el que la condujo a ella a buscar ayuda psicológica.., pero sí, “ella – nos explica Toñi -como dueña de sus decisiones, quería ir al psicólogo, porque sabía y sentía en primera persona que su problema no se solucionaba con pastillas, sino que necesitaba hablar con alguien que la comprendiera, alguien a quien pudiera contárselo todo, sobre todo esas cuestiones que a mí, como madre, me ocultaba para protegerme y más que posiblemente para no dañarme con su propio sufrimiento”.
“Su problema fue- continua la madre de Esperanza- y hablo en pretérito porque ya casi forma parte del pasado, que sufría constantes menosprecios por parte de algunos compañeros de su más que merecido trabajo conseguido a través de una oposición, por el mero hecho de tener Síndrome de Down”.
“El Dr. Crespo-continúa- no solo la ha ayudado a recuperar su autoestima y su autoconfianza, sino también a valorarse a sí misma por encima de todo…. Además, le ha dado las herramientas – quizás estas las más difíciles de usar-, para saber enfrentarse a situaciones desagradables, a tener nuevas ilusiones, a no tener miedo a los desconocidos… y, en definitiva, a recuperar su vida con ilusión de nuevos proyectos”.
Hoy ha vuelto a montar a caballo, se ha formado en diversos cursos de quiromasajista y se ha presentado absolutamente ilusionada a un casting en una agencia de modelos donde ha sorprendido a todos por su actitud y aptitud.
Quizás muchos de los que ahora estéis leyendo este pequeño relato podréis pensar, ¿y qué tiene todo esto de especial? pues en realidad nada si no fuera por la característica