El prestigioso cirujano alerta ante la fría relación que predomina en muchos hospitales entre médicos y pacientes
Valencia, 26 de abril de 2018.-Tras dejarse convencer por un amigo, decidió dejarse entrevistar por el periodista Pedro Muelas, ex director del periódico Levante-EMV y poner en marcha esta biografía que ya va por la 2ª edición. Un año después, se presenta el libro que recoge cerca de 50 años de profesión, 30 de ellas en este hospital.
Nacido en Mislata nunca tuvo vocación por la Medicina “la vocación me vino a partir de 4 de Medicina” reconoce. Y afirma que se apuntó a esta carrera, “porque la mayor parte de mis amigos de Maristas estudiaban Medicina. Mi padre quería que estudiara Arquitectura, pero yo odiaba las Matemáticas y el Dibujo y como había hecho Ciencias, me dedicaba a aprobar las asignaturas sin convencimiento” y reconoce que “es posible dedicarse a la medicina sin tener vocación, como fue mi caso”. Pero al llegar a cuarto de carrera algo despertó en él, “cuando empiezo a ver a enfermos y a hablar con ellos, con su historia clínica”, el trato con el paciente que, denuncia “hoy se está perdiendo”.
Tras pasar como médico interno diversas pruebas con sangre “que me mareaba verla hasta entonces” reconoce, hizo la residencia en el Hospital Clínico, “mi casa, mi residencia oficial durante cuatro años” e hizo la especialidad hepática también por casualidad, como casi todo en su vida. Entre guardias con las famosas lecheras en el Peset, profesor asociado en el Clínico y ayudante de clases prácticas se casó con su novia, Teresa Labrador con quien ha tenido 3 hijos y a quien más agradecido está “ellos son los que han sufrido todas mis ausencias. Todo el éxito de mi trayectoria se lo debo a mi mujer”
Con la llegada de la Fe de Campanar comienza a operar, pero un día en la biblioteca descubre un anuncio de un médico francés, a quien escribe para que le enseñe nuevas técnicas de cirugía de esófago y gástrica y se marchó a Paris “y allí cambió mi vida. Durante el día yo veía el estómago y el esófago, pero por las tardes, cuando venían las urgencias, casi siempre eran urgencias de hígado que en España se dejaban morir. Allí vi como por primera vez se quitaba parte del hígado y no pasaba nada. El paciente sobrevivía.” Y reconoce que al volver y encontrarse con el cirujano Dr. Campillo, también del Hospital Casa de Salud, le dejó hacer todo lo nuevo que había aprendido en Francia. “Eran los años 70 y empecé con la primera resección de hígado que se hizo en la Comunidad con éxito.” Y a partir de ahí, empezaron a llegar pacientes de toda España atraídos por las noticias de sus avances médicos que aplicaba en Valencia un joven médico valenciano recién llegado de París. “Aquí no se había hecho nunca y llegamos a ser referentes en España de este tipo de cirugía” afirma con orgullo. Pasó una época especializándose en la cirugía de la cirrosis hasta que apareció la posibilidad de hacer trasplantes y decidió volver a escribir, en esta ocasión al Dr. Calne, médico pionero en trasplantes de Cambridge, Gran Bretaña, para que le aceptase a enseñarle, “viví 23 trasplantes con la suerte de poder participar en el primer triple trasplante que se hizo en el mundo: corazón, los dos pulmones e hígado” comenta emocionado y volvió de nuevo a Valencia con una reputación que, a pesar de ello, le retrasó hasta cuatro años por problemas burocráticos el poder empezar a hacerlo. Mientras tanto, viajó a San Francisco para aprender a realizar trasplantes infantiles, a Kioto para aprender a realizar trasplantes en donantes vivos, a Minneapolis a aprender a realizar trasplantes de páncreas y riñón y en Valencia realizaron ya el trasplante con células hepáticas que fue el primero que se realiza en España.
El Dr. Mir recuerda emocionado que ha llegado a conocer hasta tres hospitales de Casa la Salud, “las tres reformas que se han hecho las he vivido, desde 1965 que era un paseo paralelo a Manuel Candela hasta lo que es hoy en día”. Y entre idas y venidas, lleva vinculado con la Casa cerca de 30 años, “al principio costaba mucho que te dieran camas para tus pacientes, pero las monjas me fueron conociendo y al final tenía sitio, pero ha costado mucho” reconoce entre risas.
De entre todos sus recuerdos, “lo que mejor recuerdo es la residencia en el Clínico. Allí conocí a mi mujer, los amigos que seguimos siéndolo y el cariño que coges a las monjas, aunque creo que reñí con todas, sobre todo con la Hna. Mª Ángeles con la que siempre reñía, pero yo la quiero”, dice risueño. Y en esta Casa sigue, en su consulta viendo a pacientes pero sin el quirófano, que ha dejado a su hijo con el mismo nombre, “él hace las cirugías que yo hacía pero ya con laparoscopia y resecciones de hígado con robot, el primero de la Comunitat”, afirma con orgullo y ya es abuelo de seis nietos de 17 hasta 4 años.
Para el Dr. Mir, “he vivido desde cuando la medicina y la cirugía no era nada, no había ningún avance tecnológico como lo hay hoy en día, pero todo lo que hemos evolucionado en la tecnología, lo hemos perdido en la parte humana”, advierte, “esa relación humana entre el paciente y el médico está perdiendo esa relación”, afirma y “no hay que cambiar nunca la cabecera de la pantalla del enfermo por la pantalla del ordenador” que se está haciendo hoy en día. Estamos despersonalizando los hospitales, con lo bueno y bonito que es hablar con el enfermo, tratar con él y ese conocimiento hace que el enfermo se abra a ti, te cuente cosas y puedas hacer mejor tu trabajo”. Su único remordimiento: el trato que ha dado a su familia.
Y como consejo de vida, enfatiza con recordarles a los suyos “que no mientan nunca y que nunca pierdan la dignidad y el esfuerzo”. Además, a sus nietos les enseña a que “tienen que saber lo que quieren y, una vez aprendido, hay que esforzarse. Yo no he fracasado en medicina, pero sí he fracasado en mi mismo, en mi vida personal ya que no he dedicado a mi familia el tiempo que se merecían” finaliza con algo de tristeza.