Durante esta semana dedicada a los profesionales de la enfermería, queremos rendir un homenaje muy especial al corazón de nuestro hospital: las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Nuestra historia no se entiende sin ellas, y por eso hoy queremos acercaros a la vida y vocación de dos hermanas que han dejado una huella imborrable en La Salud: la hermana Valentina y la hermana Julia.
Valentina nació en Vitoria hace 93 años. En su juventud pensó en dedicarse a la educación, pero pronto descubrió que su verdadera vocación era el cuidado de los pacientes. Durante muchos años formó parte del equipo de Nidos, donde vivió momentos inolvidables.
Con cariño recuerda a la hermana Carmen, venida de Sevilla, de quien aprendió muchísimo, así como a grandes médicos como el Dr. Salas, el Dr. Vento y a los pediatras que fueron un verdadero referente en el cuidado infantil.
La hermana Valentina rememora con especial afecto a sus compañeras. En aquella época todo estaba empezando y mucho ha cambiado desde entonces, pero siempre se trabajó con la misma entrega. Desde la Congregación nos enseñaron a cuidar con ternura, especialmente a los niños desfavorecidos y a los que más sufren.
A día de hoy, Valentina afirma haber sido muy feliz tanto en el hospital como en la comunidad. Sus compañeras la quieren mucho, y a pesar de su edad, sigue siendo una mujer comprometida, activa y muy presente en el día a día.
La hermana Julia lleva más de 50 años cuidando a pacientes en la UCI, una de las unidades más delicadas del hospital, donde los enfermos se debaten entre la vida y la muerte. A sus 82 años, Julia lo tiene claro: la medicina es vital, pero también lo es que el enfermero tome la mano del paciente y le acompañe con cercanía y humanidad.
Pasó un año en Londres para aprender inglés, y en los años 90 estuvo tres años en Ghana como enfermera en un hospital de San Juan de Dios, donde colaboraban las Hermanas de Santa Ana. Allí, con recursos muy limitados y escasez de medicamentos, compartió todo su conocimiento con el equipo local. Recuerda con emoción una cirugía en la que un traumatólogo español implantó una prótesis de cadera.
Ha estado junto a los pacientes en los momentos más críticos. Cuando le preguntamos si recuerda alguno en especial, nos cuenta con emoción cómo una paciente, ya recuperada, la reconoció en la calle. El reencuentro fue muy emotivo. Tanto ella como la hermana Valentina nos dicen que muchos pacientes aún las reconocen y las saludan con cariño, lo cual les conmueve profundamente.
Cuando les preguntamos qué consejo darían a los jóvenes enfermeros del futuro —como Karen, Iñigo, Raquel, Ignacio y todos los estudiantes que realizan sus prácticas en La Salud—, ambas coinciden:
“Que sean cariñosos, cercanos, que el paciente sienta que le acompañas, que le escuchas.”
Las hermanas Valentina y Julia son un verdadero ejemplo para toda nuestra comunidad, y especialmente para nuestro equipo de enfermería. Ellas nos han enseñado a amar esta profesión y a cuidar con el corazón. Su entrega, sabiduría y humanidad nos inspiran cada día.