La llamada meibomitis es la inflamación de las glándulas de Meibomio. Situadas en los párpados, son las responsables de la producción de la grasa que constituye la capa más externa de la película lagrimal. Hay que tener en cuenta que cualquier afección que ocasione el incremento de las secreciones grasosas de las glándulas meibomianas permite la acumulación de los excesos de aceite en los bordes de los párpados y eso, a su vez, conlleva la proliferación excesiva de bacterias que normalmente están presentes en la piel.
Desde que estamos usando mascarillas ha aumentado mucho el número de pacientes que acuden a la consulta de Oftalmología con este problema. “En nuestro caso -explica la Dra. Guinot, oftalmóloga de La Salud- ya lo vemos en uno de cada tres pacientes”. “Aunque no hay un estudio científico que apoye esta percepción, la cifra es real y creemos que se puede deber a que, con la mascarilla, los vahos que generamos al respirar suben a los ojos y afectan a su normal lubricación”.
“No se trata de una patología grave pero sí que es molesta”, asegura la Dra. Guinot. Entre otros trastornos provoca síntomas propios de una lubricación ocular insuficiente como sequedad y molestias en la lágrima. “Una de las funciones del párpado-explica la Dra – es fabricar uno de los componentes de la lágrima. Si las glándulas de Meibomio están inflamadas, la lágrima es más irritativa y, como consecuencia, genera más molestias”
Aparte de la posibilidad de que las mascarillas sean las causantes de este trastorno, generalmente estos problemas son causados por alergias, cambios hormonales durante la adolescencia o afecciones de la piel como la rosácea y el acné. Los signos y síntomas que provoca son:
A menudo, la meibomitis está asociada con la blefaritis, la cual puede causar una acumulación de una sustancia similar a la caspa en la base de las pestañas.
Es frecuente que alguno de los orificios por donde se segrega la grasa desde estas glándulas se obstruya y aparezca un puntito blanco-amarillento. Se trata ya de una inflamación que puede extenderse a toda la longitud de la glándula, provocando edema del párpado, calor y dolor localizado. Se trata en tal caso de un orzuelo interno, que precisa tratamiento específico. El orzuelo puede mejorar sus síntomas, pero a veces permanece como un bulto indoloro, recibiendo el nombre de «chalación». Si tras tratamiento médico y calor no desaparece, puede ser necesaria la intervención quirúrgica o la infiltración de un corticoide, según el caso (*).
El tratamiento consiste en una limpieza cuidadosa de los bordes de los párpados y aplicar calor seco en el ojo afectado. Estos tratamientos generalmente reducirán los síntomas. Pero si no desaparecen se suele recurrir a un tratamiento más invasivo, como comprimir la glándula meibomiana, inserción de un pequeño tubo dentro de la apertura de la glándula o antibiótico.
Para prevenir estos problemas la higiene es fundamental. Limpiarnos los ojos con toallitas oftálmicas o usar sprays de limpieza o lágrimas intraoculares para relajar el ojo pueden evitar que se nos infecte las glándulas del párpado.
Hay que evitar, además, advierte la Oftalmóloga Dra. Guinot, maquillarse la raya del ojo por la línea de agua porque es ahí, precisamente, donde desembocan las glándulas de Meibomio.
“Los ambientes secos, los aires acondicionados y las calefacciones no ayudan a mejorar. En general, provocan un aumento de las disfunciones de la superficie del ojo”, asegura la Dra. Guinot.
(*) Fuente: https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-el-consejo-farmaceutico-ante-patologias-13015493