La importancia de cuidar de uno mismo siempre es una tarea compleja de llevar a cabo, pero más si cabe bajo un confinamiento.
Cuando iniciamos la tercera semana de confinamiento por la pandemia producida por el COVID-19, muchos de nosotros notamos ya que tenemos pensamientos rumiantes, cambios de humor, tristeza, etc. e, incluso algunos síntomas físicos como dolores musculares o cefaleas.
“Estos síntomas y otros más que pueden aparecer indican que estamos, casi sin darnos cuenta, inmersos en nuestro propio duelo. Aclarar, que un duelo significa “pérdida” – y no solo física de un ser querido-, sino que esta puede hacer referencia a una pérdida laboral, monetaria e incluso de libertad”, explica el Dr. Tony Crespo, psicólogo del servicio de psiquiatría del Hospital La Salud.
Lo más importante cuando descubrimos que estamos atravesando un duelo, es aprender a cuidar de nosotros mismos, ya que el estrés causado, puede mermar rápidamente nuestras energías y reservas emocionales.
“El cuidado de nuestras necesidades físicas y emocionales nos ayudará a superar estos momentos difíciles. Frente a nuestros sentimientos confrontados, podemos tratar de suprimir el dolor, pero no siempre será tan fácil lograrlo. En ocasiones, cuando tratamos de evitar sentimientos de tristeza o dolor conseguimos el efecto contrario, prolongando el proceso de dicho duelo”, explica el Dr. Crespo.
Un duelo no resuelto puede llevar a complicaciones tales como depresión, ansiedad, abuso de sustancias como el alcohol o cannabis y otros problemas de salud.
El servicio de psiquiatría de La Salud da algunos consejos que podrían sernos útiles para combatir este duelo por confinamiento:
Escribir acerca de nuestros sentimientos siempre es una terapia constructiva y, hacerlo sobre la pérdida que estamos viviendo en estos momentos, nos hará valorar y tener una perspectiva diferente cuando todo esto pase, que pasará.
Si la pérdida es de un ser querido por este virus o por cualquier otra enfermedad en estas fechas y no hemos tenido la oportunidad de despedirnos es muy útil escribir una carta diciéndole las cosas que nunca llegamos a decirle o crea un álbum de fotos para celebrar la vida de esa persona nos ayudara a aliviar la pena sentida.
Nuestra mente y el cuerpo están conectados y más en situaciones estresantes como la que llevamos entre manos.
Cuando nos sentimos bien físicamente, nos sentimos también emocionalmente. Una forma óptima de combatir el estrés o la fatiga por nuestra inactividad o, para adormecer ese dolor por la pérdida y levantar nuestro estado de ánimo, es hacer una actividad física. Cualquiera que esté a nuestro alcance, no importa tanto la intensidad, como la constancia; si tienes una bicicleta estática, podemos dedicarle unos minutos diarios o, sino, una simple tabla de ejercicios que podemos conseguir de cualquier tutorial por internet, bajar y subir escaleras, etc.
Dedicarle unos minutos al día a la “atención plena” con pequeños ejercicios de relajación, tales como Mindfunless. Esta disciplina conlleva una serie de beneficios entre los que cabe destacar una mejora a nivel postural corporal, lo que nos proporcionará un beneficio físico y una prevención de dolor de espalda ocasionada por la inactividad, además de una conexión física y mental de nuestro propio cuerpo. Esta conexión nos ayudará a reducir los síntomas de inestabilidad emocional producidos por esta situación, de manera que estemos más calmados y preparados de cara al estrés que nos espera.
Nuestro dolor es solo nuestro, y nadie más nos puede decir cuándo es el momento de pasar página. Es lógico y normal sentirse enojado, gritar, llorar o no llorar, e incluso está bien reír sin sentirnos culpables por ello.
El tiempo de inactividad puede despertar en nosotros recuerdos y sentimientos; saber que esto es completamente normal, nos podrá ayudar a canalizar tales pensamientos.
Hablar de ellos con nuestros seres queridos, y compartir nuestras incertidumbres o nuestras nuevas expectativas, servirá de estrategia para poner orden en nuestros pensamientos.