La ansiedad y el estrés son fuente de muchos dolores musculares
El vertiginoso ritmo de vida actual nos lleva, en muchas ocasiones, a estar en una continua etapa de estrés. El trabajo, la familia, las responsabilidades económicas y sociales, etc… hacen que no podamos relajar la musculatura, más bien todo lo contrario, que esté en tensión constante y que derive en dolores de espalda, cuello e incluso cara.
Entre los músculos que más se resienten con la tensión están los trapecios. Son unos músculos superficiales que ocupan prácticamente desde el centro de la columna vertebral a los dos hombros y que va desde el cráneo hasta la última vértebra dorsal.
El trapecio presenta tres segmentos: uno se dirige hacia el cuello, otra hacia el hombro y, el último, hacia la espalda. Su función principal es la de mantener estables las escápulas (omóplatos) y controlar el movimiento del hombro. Por tanto, se trata de un músculo importante.
El estrés hace que estos músculos se tensen y se contraigan provocando lo que llamamos “nudos”. No es una patología grave, pero sí muy molesta y generalizada. Además de la ansiedad, otras causas que originan gran tensión muscular son las posturas repetitivas, como permanecer mucho tiempo en una idéntica posición o levantar objetos, independientemente de cuál sea su peso.
La doctora Sara Burguet, cirujana y traumatóloga especialista en columna del Instituto de Traumatología Dr. Gastaldi Orquín del Hospital La Salud, explica que “cuando tenemos estrés es habitual la tensión en el cuello y en toda la espalda. Contraemos la musculatura de forma inconsciente, subimos los hombros hacia la cabeza y, por tanto, activamos constantemente sin darnos cuenta los músculos trapecios”.
Son muchos los pacientes que llegan con molestias o dolor en la espalda a la consulta cuyo origen es la tensión. De ahí que la especialista recomienda una vida saludable para conseguir paliar esta circunstancia que, en algunos casos, obstaculiza de forma excesiva.
“Una adecuada alimentación, tomar el sol para la vitamina D y, por supuesto, el ejercicio físico, nos pueden ayudar a aliviar la tensión”, asegura la doctora Burguet. “Estos hábitos -añade- deberíamos incorporalos a nuestra vida para siempre ya que es esencial que lleguemos a una edad avanzada con un buen tono muscular y óseo para poder envejecer manteniendo una “buena calidad de vida”.
Para la doctora Burguet, el ejercicio diario es una de las bases para el mantenimiento de nuestro cuerpo durante toda vida. “La actividad física en cualquiera de sus formas, según las circunstancias y la edad, es uno de los pilares ya que nos va a ayudar a estirar los músculos, fortalecer todas las zonas del cuerpo y mejorar la postura”, dice la especialista. La Dra. añade que es importante también para liberar el estrés ya que aumentamos la producción de endorfinas, que son las hormonas de la felicidad.
Podemos realizar ejercicio físico, aunque si el dolor de espalda es intenso, debemos empezar por estirar los músculos con suavidad. Es muy recomendable un ejercicio como por ejemplo el Yoga que combina, fuerza, elasticidad y meditación. En cualquier caso, siempre es aconsejable acudir a un fisioterapeuta o a un preparador físico para que nos pauten un programa de entrenamiento más personalizado en función de las necesidades de cada uno.
Es fundamental tomar el sol unos minutos al día (al menos entre 10 o 15 minutos) ya que el sol nos aporta vitamina D, importante para mantener la masa muscular y metabolizar el calcio. Eso sí, hemos de evitar las horas centrales del día. Es un consejo fácil si tenemos en cuenta que vivimos en la zona mediterránea y que tenemos un clima suave y muchas horas de sol.
Lo cierto es que la llamada dieta mediterránea con el protagonismo de verduras, legumbres y frutas frescas es esencial para que nuestro organismo, incluidos los músculos y los huesos, funcione de manera correcta.
Las proteínas son esenciales para favorecer la musculatura. Tenemos alimentos ricos en proteínas de origen animal, como carnes, pescados, huevos, lácteos, etc. y los de origen vegetal como son las legumbres (garbanzos, lentejas, guisantes, soja…) quinoa, tofu, arroz o frutos secos. Asimismo, las vitaminas, minerales y calcio también son fundamentales en la dieta.