La mayoría de las mujeres asumen que después de un parto, y sobre todo llegada la menopausia, es inevitable padecer incontinencia o sufrir dolores que a veces puede ser constante y no solo durante las relaciones sexuales, pero no es así. “Aceptar la incontinencia o el coito doloroso como consecuencia normal del embarazo y parto no es razonable,”, explica la responsable de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital La Salud, Dra. M. Cruz Lavara.
La patología del suelo pélvico puede deberse también a una predisposición genética como por ejemplo las enfermedades que afectan al colágeno o a la obesidad, pero fundamentalmente hay que tener en cuenta, el envejecimiento de los tejidos, la menopausia y la bajada de estrógenos. Y no hay que olvidarse que, además, el suelo pélvico puede ser maltratado por una mala gestión de las presiones abdominales, tanto en la vida diaria como durante las actividades físicas y deportivas y sobre todo debemos evitar actividades hiperpresivas.
Según la Dra. Lavara. “en general, el mal funcionamiento del suelo pélvico es consecuencia de múltiples factores que debemos identificar y tratar para minimizar el efecto negativo que estas situaciones puedan producir”.
“El conjunto de músculos que forman el suelo pélvico juegan un papel fundamental en la vida de la mujer. Son un actor principal en la estática pélvica, en la continencia y en la sexualidad, y su buen funcionamiento conlleva un aumento de la autoestima. Debemos volver nuestra mirada hacia esta zona y no renunciar a conseguir un buen estado de la misma”, explica la Dra. Lavara.
En la unidad de suelo pélvico se puede tratar la incontinencia urinaria, la incontinencia fecal, los prolapsos, los cistoceles, rectoceles y el dolor.
“Las consultas por dolor pélvico suponen un porcentaje muy importante dentro del total de pacientes que acuden con patología de suelo pélvico”, señala la Dra.
“El dolor resulta altamente invalidante y asocia mucha ansiedad ya que la mayoría de pacientes llevan ya, cuando acuden a la consulta, un peregrinaje de años por diferentes especialistas. Necesitan fuerza para seguir a delante en búsqueda de un diagnóstico preciso, necesitan fuerza para recuperar su autoestima y fuerza para recuperar su vida laboral y personal, el desgaste es grande y cuando llegan a consulta lo primero que hacemos es darles energía e ilusión para que confíen en el nuevo tratamiento que empiezan” añade.
Generalmente, el dolor es multifactorial y tiene un origen difícil de determinar. Puede existir dolor de origen urológico (vejiga dolorosa), ginecológico-sexual (atrofia vaginal, vulvodinia, dispareunia, síndrome premenstrual, dolor de la ovulación, dismenorrea, endometriosis, enfermedad pélvica inflamatoria entre otros), digestivo- coloproctológico (posquirúrgico, alteraciones gastrointestinales, intolerancias), neurológico (patología del nervio pudendo) o trastorno músculo-esquelético dentro de un síndrome miofascial. En la mayoría de los casos, se mezclan varios factores. Se suelen asociar a los dolores, alteraciones menstruales como sangrados abundantes o ausencia de menstruación.
En este sentido, la Dra. Lavara, asegura que “aunque el tratamiento suele ser multidisciplinar, la rehabilitación es una herramienta básica para tratar esta patología y cuanto más precoz se realice mejor para evitar la cronicidad del dolor”.
Al apoyo farmacológico, es recomendable añadir un tratamiento manual de la zona pélvica reequilibrando alteraciones estructurales de base y relajando toda la musculatura del suelo pélvico con diferentes técnicas manuales que mejoran tanto el dolor miofascial como el neuropático.
También se pueden aplicar corrientes analgésicas, punción seca, infiltración de punto gatillo. Además, según la Dra Lavara, es interesante la aplicación de tecarterapia. La tecarterapia también conocida como diatermia es el resultado de la abreviatura Transferencia Electromagnética Capacitiva y Resistiva (T.E.C.A.R), usa corrientes eléctricas con fines preventivos o curativos elevando la temperatura en partes específicas del cuerpo y produce un efecto de regeneración celular que consigue reactivar el metabolismo favoreciendo y acelerando la recuperación natural del organismo.
Para el tratamiento de la incontinencia urinaria y prolapsos también contamos con otras herramientas como los ejercicios del suelo pélvico dentro de un contexto de propiocepción corporal y reeducación postural, el biofeedback, la electroestimulación, las esferas y conos vaginales, la gimnasia abdominal hipopresiva, terapia conductual y tratamiento farmacológico.