En contra de la creencia popular, los ataques al corazón en las mujeres son más graves que en los hombres. En concreto, al año de haber sufrido un ataque cardiaco tienen un 50% más de probabilidades de fallecer. Además, durante los primeros seis años después del ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de sufrir un segundo ataque.
La explicación a estos datos la tienen las hormonas. Varios estudios han demostrado que después de la menopausia, más o menos a partir de los 50 años, es cuando las mujeres tienen más riesgo a causa de la disminución del estrógeno, una hormona femenina que está relacionada con niveles más altos de colesterol bueno (HDL) y más bajos de colesterol mal (LDL).
Es más, una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años de edad sufre de algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Pero el riesgo no existe solamente a partir de la menopausia. Una de cada cuatro muertes en las mujeres mayores de 25 años es a causa de una enfermedad cardiovascular, en su mayoría cardiopatías isquémicas que afectan mucho más a las mujeres que a los hombres. No en vano, mueren más mujeres por patología cardiaca que por la suma de todos los canceres.
Los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular son comunes: tabaquismo, obesidad, dislipemia, sedentarismo y la dieta, así como los efectos secundarios de algunos tratamientos oncológicos. Las mujeres deben conocer los factores de riesgo cardiovascular y entender la importancia de realizar cambios en el estilo de vida que puedan reducir esos riesgos.
La buena noticia es que 8 de cada 10 casos de muerte por cardiopatía se pueden prevenir, controlando los factores de riesgo
El tabaquismo es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. El tabaquismo, combinado con los anticonceptivos orales, aumenta considerablemente el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o un accidente cerebrovascular. Afortunadamente, independientemente del tiempo que hayan fumado y la cantidad de cigarrillos consumidos, los fumadores pueden reducir inmediatamente su riesgo de sufrir un evento cardiovascular si dejan de fumar.
La presión arterial alta, o hipertensión, es una enfermedad silenciosa y la primera causa de muerte en el mundo. Sin tratamiento, aumenta el esfuerzo del corazón, acelera la aterosclerosis y por tanto aumenta el riesgo de un infarto de miocardio o un ictus. Aunque la hipertensión arterial no puede curarse, sí puede controlarse con dieta baja en sal, ejercicio aeróbico y, de ser necesarios, tratamiento médico. La hipertensión es un factor de riesgo que está presente toda la vida y requiere un control eficaz a largo plazo.
Los niveles de colesterol también están relacionados con el riesgo cardiovascular. Es clave analizar las cifras de colesterol LDL (colesterol malo) y HDL (colesterol bueno) y el nivel de colesterol total. Antes de la menopausia, las mujeres, en general, tienen niveles más elevados de colesterol que los hombres porque los estrógenos aumentan los niveles de HDL en la sangre. Pero después de la menopausia, los niveles de HDL, el “colesterol bueno” suelen bajar, incrementándose así el riesgo cardiovascular. Los niveles de colesterol HDL y LDL pueden mejorarse con dieta, ejercicio y, en muchos casos es necesario el tratamiento médico para alcanzar los objetivos de cifras de colesterol, que estarán en función del riesgo vascular de cada paciente.
La obesidad es un importante cuyo impacto no deja de subir en las útimas décadas, siendo un factor clave para el desarrollo de ateroesclerosis, y de insuficiencia cardiaca. La obesidad está íntimamente ligada a la inflamación, y ésta con el desarrollo de ateroesclerosis y aumento del riesgo vascular.
La diabetes es más común en las mujeres y representa un mayor riesgo. La primera causa de muerte de un paciente diabético es la enfermedad cardiovascular. En España se calcula que un paciente con diabetes mellitus (DM) y un infarto previo su esperanza de vida se recorta cerca de 14 años. Por ello es imprescindible mantener un estilo de vida saludable, una dieta mediterránea y un peso ajustado, para evitar el desarrollo de DM. Y en el caso de padecerla, es importante que te trates con fármacos cardioprotectores como varias familias de antidiabéticos actuales
La inactividad física es un importante factor de riesgo cardiovascular. Muchos estudios han demostrado que el ejercicio reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral, aumenta los niveles de colesterol “bueno” HDL, normaliza la glucosa, reduce la presión arterial y aumenta la flexibilidad de las arterias. El ejercicio también ha demostrado reducir el estrés mental. La OMS recomienda una media semanal de 4-5 horas de ejercicio moderado a la semana.
El estrés y la depresión también se consideran factores contribuyentes al riesgo cardiovascular en ambos sexos. La depresión puede afectar la forma en que la mujer hace frente a sus problemas de salud o sigue el consejo de su médico. Según las pautas de la AHA, la evaluación para descartar la depresión debería formar parte hoy en día de la evaluación global del riesgo cardiovascular de la mujer.
Por ello, las revisiones y los chequeos cardiológicos son fundamentales para prevenir complicaciones