Que nuestros hijos mojen la cama a los dos años cuando les estamos retirando el pañal es algo que consideramos normal. Si a los tres la mojan de vez en cuando… también. Ahora bien, si la continúan mojando a los 5-6 nos empezamos a preocupar.
A esa edad, 9 de cada 10 niños deja de mojar la cama. Si continúa haciéndolo dos o más noches por semana durante al menos 3 meses, podríamos estar frente a una enuresis nocturna primaria. No hay que asustarse, no es nada grave. Hay que tener en cuenta que la continencia es una meta del desarrollo y que su carencia puede considerarse consecuencia de un retraso madurativo, pero rara vez será expresión de una enfermedad de base.
La incontinencia nocturna es multifactorial y se puede deber a:
Factores genéticos: es evidente una tendencia familiar. El 77% de los niños la padecen si ambos padres la han padecido, el 43% si solo uno.
Capacidad funcional de la vejiga: los niños enuréticos tienen menor capacidad de retención ante distensión vesical y su volumen de orina nocturno supera la capacidad funcional de la vejiga.
Sueño profundo, o más bien dificultad para despertar en cualquier etapa del sueño.
Déficit de hormona antidiurética, que no es por sí sola la única causa porque no todos los niños que tienen dificultad para concentrar la orina son enuréticos.
Características familiares: Puede estar relacionada con una escasa dedicación de los padres a niños con riesgo de enuresis. Puede asociarse a un entrenamiento coercitivo o a excesiva tolerancia.
Los niños que la padecen no presentan alteraciones orgánicas nefrourológicas, neurológicas ni conductuales.
Si la enuresis es continua, es decir, con episodios de día y de noche puede esconder un problema conductual, una infección de orina o alguna patología nefrourológica o neurológica.
Si aparece tras más de 6 meses de haberla contenido puede enmascarar una infección de orina, un inicio de diabetes o un trastorno emocional. También puedes ser que simplemente este ingiriendo demasiados líquidos por la tarde/ noche
El diagnóstico debe hacerlo siempre un médico basándose en la historia clínica. En caso de que el profesional lo considere necesario, se puede realizar alguna prueba complementaria como una análisis de orina o un estudio de imagen.
En cada caso habrá que analizar:
Tratamiento:
No hay un único tratamiento. Si la familia (especialmente el niño) no lo vive como un problema, incluso mejor no plantearse ninguno y tomar ciertas medidas básicas:
Evitar castigos y reproches.
No despertarlo por la noche.
Programar una horario miccional diurno y exigirle orinar antes de ir a la cama.
Usar de empapadores sobre el colchón en lugar de pañales.
Hacer que el niño se responsabilice de su higiene y sea el encargado de cambiar sus sábanas
Hacer ejercicios de retención del chorro miccional.
Restringir la ingesta de líquidos al final del día, si es copiosa.
Evitar bebidas carbónicas o con cafeína.
En cuanto al tratamiento conductual:
Establecer una relación positiva con el niño.
Que dibuje un calendario del mes y anote si se levanta seco o mojado.
En base a los resultados podemos actuar de la siguiente forma:
Primer mes: informativo, para tomar consciencia del problema
Segundo mes: con recompensas si se levanta seco entre 3 y 5 noches a la semana
Tercer mes: si no hay mejoría, habrá que valorar el apoyo farmacológico
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