Si bien el conocido como “síndrome del nido vacío”, es decir, el dolor que sufren muchos padres cuando sus hijos se independizan de la casa familiar, afecta a ambos progenitores equitativamente, suele ser más común en las mujeres ya que tienen más probabilidad de haber tenido el papel de cuidadoras primarias.
El psicólogo de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Casa de Salud de Valencia, el Dr. Tony Crespo, asegura que muchas madres han decidido dedicar sus vidas a la crianza de sus hijos y consideran que la maternidad es su papel principal en su rol de mujer. “Esto es cierto- añade- incluso para la mayoría de las madres trabajadoras actuales, quienes, una vez sus hijos han abandonado el hogar familiar, pueden sentir que una de sus funciones más importante, la maternidad, ha terminado”. Asimismo, aclara el Dr. Crespo, “cuando esto ocurre, las madres pueden sentirse inútiles, desorientadas e inseguras sobre el significado que pueda tener el futuro que se les avecina”.
“Estos síntomas iniciales no deben ser motivo de alarma y nunca- asegura el Dr.- deben alargarse en el tiempo más de unos seis meses, tiempo suficiente para digerir una transición exitosa”.
El Dr. Crespo indica que tiene que ver con distintas situaciones:
En este sentido, el Dr. Crespo asegura que “en muchos casos, el síndrome del nido vacío se agrava por otros eventos vitales difíciles o cambios significativos que ocurren al mismo tiempo, como la jubilación, una mayor dependencia física, la menopausia o la muerte de uno de los cónyuges”
“A diferencia del dolor experimentado cuando por ejemplo un ser querido muere, el dolor que produce el Síndrome del nido vacío- aclara el Dr. Crespo- a menudo no se reconoce inicialmente, porque cuando un hijo adulto se muda de casa se considera un evento normal y saludable y, en muchas ocasiones los padres afligidos pueden encontrar pocas fuentes de apoyo o empatía”.
Aunque puede ser normal sufrir ansiedad y tristeza con la transición, hay algunas maneras de lidiar con los síntomas del Síndrome del nido vacío para garantizar que se pueda reanudar su vida normal y descubrir nuevas oportunidades emocionantes sin centrarse demasiado en la ausencia de los hijos e hijas.
Y si todo esto no es suficiente, asegura el Dr Crespo, “lo más conveniente es buscar apoyo profesional que ayude a quienes sufren este síndrome a sobrellevarlo mejor y a ver su independencia como una oportunidad”.