La Navidad, como toda gran celebración, debería ser uno de los momentos más felices del año ya que nos brinda la oportunidad de compartir nuestra felicidad y ser agradecidos con nuestros seres queridos. Sin embargo, según cuenta el Psicólogo de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Casa de Salud de Valencia, Tony Crespo “desde el punto de vista de la Salud Mental, resulta una época inmensamente cargada de tristeza para muchos, motivo por el cual en esas fechas escuchamos a menudo hablar sobre la «depresión navideña». “Anticipar o imaginar unas navidades como las que vemos reflejadas en la publicidad es el primer paso para desilusionarnos”, asegura el Dr. Crespo.
¿Qué es la depresión navideña?
Según Tony Crespo, “en ocasiones hace referencia a ciertas personas que pueden padecer una depresión mayor, que entre otros síntomas conlleva cierta anhedonia que es la incapacidad para experimentar placer o la pérdida de interés en casi todas las actividades, algo que se pone de manifiesto en muchas de las situaciones sociales que se dan en estas tan señaladas fiestas”.
“En otros casos- añade- se trata de un trastorno afectivo estacional asociado a los periodos en que se reducen las horas de exposición a la luz natural como en invierno, y que altera los niveles de serotonina y melatonina – sustancias relacionadas con la regulación del estado de ánimo -. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos no se trata de depresiones clínicas clásicas, sino de distintos factores que pueden tener un efecto negativo sobre el estado de ánimo”.
Soledad y recuerdo de los seres queridos que ya no están
Según nos indica el especialista en Salud Mental Tony Crespo, una de las principales causas de la «depresión navideña» es la soledad. Según datos demográficos de 2018, en España más 4,9 millones de personas viven solas, sin familiares o conocidos cercanos, la mayoría de ellas mayores de 65 años, y de ellas un 82,1% son mujeres.
Asimismo, indica Tony Crespo, “para muchas familias, estas fiestas también traen a a memoria recuerdos de seres queridos que han perdido”. “No debemos olvidar-recuerda- que las navidades resaltan el hecho de que hay personas importantes de nuestra vida que ya no están con nosotros y, que su ausencia es más evidente e incrementa los sentimientos de tristeza y dolor, ya que inevitablemente recordamos los momentos vividos junto a ellos”. Algo similar sucede en situaciones de separación o divorcio, con el agravante de que muchos días festivos uno de los progenitores deberá pasar dicha festividad sin la compañía de los hijos.
“No hay que autoimponerse unas navidades ideales ni dar por hecho que la mayoría de las personas son completamente felices”, asegura el psicólogo del Hospital Casa de Salud, ya que “la diferencia entre esta exigencia y la realidad experimentada, en muchas ocasiones viene asocia a un alto grado de malestar emocional y, remordimientos de culpabilidad al no cumplir con la «tónica» de ser feliz y estar alegres”.
Otros factores disparadores de tristeza, enojo y ansiedad
Muchas personas entristecen en Navidad y hasta se enojan a causa de la excesiva comercialización de estas fiestas, centradas en el consumismo y las actividades sociales “perfectas”. Otros se “deprimen” porque la Navidad parece ser un disparador de una excesiva auto-reflexión y rumiación sobre las insuficiencias de la vida en comparación con otras personas que parecen tener menos, como año tras año nos bombardean en anuncios como el de la “lotería de Navidad”.
Otros, se vuelven ansiosos en Navidad debido a la presión – tanto comercial como auto inducida- de la obligación de gastar cantidades inexistentes de dinero en regalos, e incurrir en deudas que no podamos hacer frente. Otras personas dicen que temen Navidad a causa de las expectativas para reuniones sociales con familiares, amigos y conocidos, con los que prefieren no pasar el tiempo.
Otra de las principales causas de la «depresión navideña» según nos indica el Dr. Tony Crespo, es que “la vivencia de nuestras navidades está directamente relacionada con los recuerdos de la infancia, con la nostalgia de la magia e ilusión con que vivíamos estas festividades en la niñez. Conforme crecemos las Navidades esa magia es sustituida por la presión consumista, por la necesidad de regalar “bienes materiales” en vez de “abrazos y cariño”, lo que hace que algunas personas adultas no disfruten de la Navidad dado que conservan como único modelo de referencia el de sus recuerdos infantiles”.
Además, hay otro factor relevante y es que conforme con los años los hijos van emancipándose y creando sus nuevas familias hay que ir adaptando los días de reunión, lo que en ocasiones genera discrepancias y conflictos. Asimismo, para los hijos adultos de padres divorciados puede resultar complicado distribuir el tiempo de modo que puedan ver a los padres con sus parejas respectivas.
Por último, los sentimientos negativos de tristeza y desánimo también pueden relacionarse con la Navidad, porque esas fechas ayudan a reflexionar sobre lo sucedido durante todo el tiempo que “termina” y que nos hace recrear un balance personal.
Ante esta realidad, desde la Unidad de Psiquiatría del Hospital Casa de Salud recomiendan: