Si eres uno de los 8 millones de españoles que padece alergia al polen, esto te interesa. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, las condiciones climatológicas del otoño e invierno afectan a la manera en que las plantas van a producir polen y que cada año puede ser diferente.
Las principales alergias y su incidencia son relacionadas con el polen de las gramíneas, del olivo, las arizónicas, el plátano de sombra, la salsola y paritaria, por este orden.
La lluvia, o la falta de ella, perjudica y favorece a los alérgicos por partida doble. Por un lado, la lluvia aumenta el peso del polen y favorece que caiga al suelo, evitando que penetre en las vías respiratorias, dándonos una tregua momentánea. Por otro lado, si nos encontramos con una lluvia abundante, se incrementa la floración y por tanto la producción de polen.
Una de las consecuencias del cambio climático es el aumento de las enfermedades alérgicas por pólenes, debido a tres circunstancias: el aumento en la concentración de los pólenes, el mayor tiempo de exposición y la agresividad potencial a la que se ven sometidos. Esto último se produce por una reacción de las plantas ante la contaminación, producen nuevas proteínas que le permiten soportar estas condiciones pero que aumentan la alerginicidad de los pólenes.
El aumento de la temperatura ocasionado por el cambio climático junto a los gases de efecto invernadero como el CO2, actúan como fertilizante de las plantas contribuyendo a un incremento en la producción de pólenes.
En nuestra costa mediterránea se esperan unas primaveras con una incidencia leve, que alcanzará su máximo pico con una previsión de 1200 granos por metro cúbico.
Esta enfermedad incide de manera más extendida entre las mujeres, aunque no de manera significativa. Por el contrario, sí que encontramos una mayor incidencia entre la población más joven, los situados entre los 15 y 34 años suponen casi el 18% de la población afectada.
Por comunidades autónomas, Murcia y Madrid son las más afectadas con un 28% de la población, mientras Castilla La Mancha y Extremadura llegan al 5%. En la Comunitat Valencia nos encontramos con casi un 21% de población afectada.
Ante este panorama, la medicina se especializa y pone a disposición de los pacientes soluciones personalizadas. El diagnóstico es el primer paso, conocer a qué se tiene alergia y realizar un estudio de precisión.
De forma leve, esta patología puede provocar, enrojecimiento de los ojos, congestión nasal y estornudos, además de picor y otros síntomas.
Gracias a las nuevas tecnologías, es posible conocer a qué molécula se es alérgico y diseñar un tratamiento completamente a medida. El paciente alérgico debe ser considerado de forma global y se debe abordar su patología con un enfoque multidisciplinar.
Las personas alérgicas pueden protegerse estos meses, reduciendo su exposición, saliendo menos al exterior en los momentos de máxima concentración de polen, ventilar la habitación a primera hora del día y usar mascarilla si fuera necesario.