La Salud ha reformado su sala de lactancia, situada en la 3 planta, delante de Nidos y la UCI Pediátrica, para que cualquier mamá que necesite dar pecho a su bebé disponga de un espacio ínitimo y acogedor para hacerlo. En la sala encontrará, además, cambiadores y los artículos que pueda necesitar el bebé en caso de no llevarlos encima.
La Salud está comprometida con la lactancia materna desde siempre. De hecho, fue el primer hospital en disponer de talleres de lactancia hace 27 años y que en breve volverán a realizarse pasada la pandemia del CICVID. A día de hoy dispone de una consulta de lactancia por si, ya en casa, las mamás tienen algún problema o duda para seguir amamantando a su bebé.
En el hospital se dieron cuenta de que, al alta, 8 de cada 10 mujeres amamantaban a sus bebés pero que, al irse a casa, la cifra bajaba drásticamente hasta un 30%. “Muchas mamás se piensan que dar de mamar es como abrir una botella de leche y echarla en un vaso– aseguran en el servicio de Neonatos– pero la realidad es que hay que tener mucha paciencia y dejar que las cosas surjan cuando tienen que surgir”.
El principal motivo para dejar la lactancia es recurrente: “no tengo leche”. Es una frase que se escucha cientos de veces en la consulta de pediatría y que es la falsa creencia de las llamadas “crisis de lactancia” que se producen cuando la madre cree que se ha quedado sin leche pero que se puede superar dándole confianza.
Sin embargo- añaden- “hay un porcentaje muy pequeño de mujeres que por diversos motivos no pueden amamantar a sus bebés. Hay que tranquilizarlas porque si bien nunca van a ser como la lactancia materna que se adapta a las necesidades del bebé en cada momento, las fórmulas artificiales que han evolucionado y mejorado mucho”.
La Salud realizó hace 2 años un estudio caso-control con 407 niños y niñas de entre 10 y 12 años con pacientes controlados en Pediatría. La muestra se separó en dos grupos valorando el Índice de Masa Corporal del paciente: los que presentaban un peso saludable para su talla y edad y los que presentaban obesidad y/o sobrepeso asegurándose de que ambos grupos se hubieran alimentado de forma parecida hasta ese momento.
“Lo que constatamos – explica la Dra. Eva Carvajal – es que la diferencia estaba en la alimentación que recibieron hasta los 4 meses de vida. En el grupo alimentado con leche artificial había una mayor prevalencia de obesidad que en el otro, concretamente, un 23% más.” En el grupo de pacientes sin sobrepeso ni obesidad, había un 56% que recibieron lactancia materna durante los primeros cuatro meses de vida mientras que, en el grupo de niños y niñas con obesidad, solamente habían recibido lactancia materna el 34%.
“No podemos dejar de hablar de los beneficios de la lactancia materna– asegura -, no solamente porque se asocia con una menor prevalencia de sobrepeso y de obesidad, sino porque, además, esta asociación es más importante en aquellos que reciben una lactancia más prolongada y sus beneficios se perduran más allá de la infancia”.