Los distintos tipos de Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) han aumentado de forma considerable los últimos años. En España se calcula que los sufren más de 400.000 personas, 9 de cada 10 son mujeres entre 12 y 21 años. A escala mundial el número de casos de TCA se ha duplicado en los últimos 18 años y están entre las 3 enfermedades crónicas más frecuentes entre los adolescentes.
Anorexia, bulimia, trastorno por atracón, vigorexia u otorexia son algunos de los tipos de TCA. Todos ellos, sin embargo, son la punta del iceberg de una situación emocional mal resuelta. Las personas que padecen algún TCA pasan por momentos difíciles en sus vidas que no saben cómo gestionar. “Son una manera de hacer tangible el dolor”, asegura Carmen Duro, psicóloga de la Unidad de Terapia Nutricional de IVADI en el Hospital La Salud.
Las causas profundas que subyacen debajo de estas patologías son múltiples. Conflictos familiares, perfeccionismo y autoexigencia, miedos, tristeza, bulliyng, abusos sexuales, traumas… son factores que pueden desencadenar estos trastornos. “Ante una situación que se sale de su control- asegura la Psicóloga Duro– se centran en aquello que sí pueden controlar como es su cuerpo y su alimentación pensando que eso les aporta cierta seguridad”. Sin embargo-añade- es un autoengaño porque ese control, les lleva normalmente a un descontrol y entran en un círculo vicioso”. “Por ejemplo, una persona que restringe su alimentación durante mucho tiempo y de forma muy estricta puede caer en una ansiedad que le lleve a pegarse atracones y luego al vómito con sentimiento de frustración y culpa. Es decir, que pasan del control al descontrol de forma cíclica”, explica Carmen.
El 70% de las adolescentes no se siente a gusto con su cuerpo y 6 de cada 10 chicas creen que serían más felices si estuvieran más delgadas y alrededor del 30% de ellas revela conductas patológicas, según Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Una realidad dura que se ha visto agravada por la pandemia. El encierro y el efecto de las redes sociales han provocado que los casos aumenten un 20% y hayan empeorado los 400.000 que ya existían, todos perjudicados también por el difícil acceso al sistema sanitario.
Durante el confinamiento, las adolescentes han estado más expuestas de lo habitual a las redes sociales donde predominan los post que muestran felicidad, cuerpos y vidas tan perfectas como irreales. “Cuando una se compara, siempre sale perdiendo -asegura Duro- y hay que tener mucho grado de madurez y pensamiento crítico para no dejarse arrastrar. Si las redes no se usan de forma plenamente consciente y, además, la persona está en un momento de la vida vulnerable con conflictos sin resolver, es relativamente fácil que afloren los TCA”.
En este sentido, un 11% de los adolescentes está realizando conductas de riesgo susceptibles de acabar cumpliendo criterios para el diagnóstico de un trastorno de la conducta alimentaria, según la Fundación ABB. “Lo más duro, es que nunca se ven bien porque el problema real no está en su aspecto sino en algo mucho más profundo”, asegura Carmen Duro.
La mayoría de personas que padecen algún TCA intentan esconderlo. Sin embargo, hay ciertas señales que deberían alertar a las familias como por ejemplo si desaparece comida de la despensa o de la nevera, si hay envoltorios en la basura, si los/las adolescentes pasan mucho tiempo en el baño después de comer, si empiezan a vetar ciertos alimentos, si sufren una pérdida de peso considerable, si están más irritables de lo habitual, si ponen excusas para no comer o restringen su vida social. También pueden empezar a sacar peores notas y a disminuir en su rendimiento académico.
El papel de los padres y madres es fundamental. “Muchas veces, -explica la Psicóloga Duro- ellos mismos se resisten a afrontar el problema porque se sienten culpables. Es importante que tengan claro que NO lo son, y que su papel es fundamental para que sus hijos/as salgan del pozo en el que están metidos/as”.
No estamos hablando de patologías leves. Como dato, la anorexia es la enfermedad mental con mayor tasa de mortalidad, por encima de otras como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
(Fuente: Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, SEMG)
(Fuente: Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, SEMG)
(Fuente: The American Journal of Clinical Nutrition de mayo de 2019) y están entre las 3 enfermedades crónicas más frecuentes entre los adolescentes
(Fuente: Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, SEMG).