La Salud va a incorporar a las revisiones médicas que se realizan cada año a la plantilla, una prueba diagnóstica de PSA a los trabajadores mayores de 50 años. Es una medida importante de prevención de esta patología que, según la AECC, afecta a unos 139 hombres de cada 100.000 hombres.
El cáncer de próstata es el primero en incidencia entre los hombres y se sitúa en tercer lugar en mortalidad en los hombres tras el de pulmón y colon. La generalización del test de diagnóstico precoz de determinación de niveles de PSA en sangre ha aumentado la incidencia del tumor, pero también la supervivencia, no sólo porque se diagnostican y tratan tumores muy pequeños con un excelente pronóstico, sino también por la mejora de los tratamientos.
Además de esta medida, La Salud quiere sumarse a la campaña de concienciación sobre el cáncer de próstata y el lunes repartirá lazos azules en el hospital. Con este gesto, el centro quiere recordar a los hombres mayores de 50 años la importancia de realizarse una revisión anual con su urólogo.
Lo más urgente e importante es ser evaluados por un especialista para que decida qué tratamiento se debe seguir. De entre los tratamientos con intención curativa, la cirugía radical es la opción más fiable y segura.
Esta cirugía se conoce como prostatectomía radical y está considerada una cirugía de alta complejidad. En sus comienzos se practicaba una técnica –clásica- abierta, a partir del 2008 se popularizó el abordaje laparoscópico y, desde hace unos años, se está abordando asistida por el robot Da Vinci ya que aparte de ser más precisa y segura minimiza los efectos secundarios. Concretamente, permite que el paciente amplíe sus posibilidades de mantener la función eréctil tras la operación y disminuye la posibilidad de padecer incontinencia urinaria, secuelas clásicas de una prostatectomía con cirugía convencional.
Es una de las opciones más seguras para el paciente durante todo el proceso quirúrgico y asegura una rápida recuperación tras la intervención.
En la fase de quirófano, el cirujano no se coloca sobre el paciente, si no que trabaja desde una consola de control en un área de visión mayor y más precisa. El sistema de manejo del equipo quirúrgico gana en precisión y efectividad al poder moverse en todos los ángulos posibles, cosa imposible con los instrumentos de laparoscopia o cirugía abierta. Esta tecnología facilita y potencia las habilidades y precisión del cirujano más allá del milímetro. En el momento de recuperación del paciente, el Robot Da Vinci permite reducir los sangrados, los riesgos de infección y las cicatrices. También disminuye los procesos postoperatorios y de vuelta a la vida normal.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el hecho de contar con esta tecnología no garantiza el éxito de la cirugía. Lo más importante es contar con unas manos expertas que la sepan usar.