Si este verano tomamos el sol más de la cuenta o sin la protección adecuada y nos quemamos debemos saber que el tratamiento de una quemadura solar es sintomático. Puede comenzar- según explica el dermatólogo de La Salud, Dr. Francisco Ferrando, con la toma de analgésicos para disminuir el dolor. Las cremas de corticoides pueden mejorar la sensación de quemazón, la inflamación y acelerar la cicatrización”.
“Los baños de agua tibia y las aplicaciones de paños húmedos fríos en las zonas quemadas- añade- producen alivio. Pero no se debe utilizar nunca hielo. Además, se debe evitar el contacto con soluciones alcohólicas irritantes”.
De forma habitual pero más si nos hemos quemado, se debe beber abundante agua para reponer las pérdidas de líquido, así como evitar nuevas exposiciones al sol hasta que estén resueltas.
“Si aparecen ampollas- advierte el Dr.- hay que aplicar un vendaje suave y gasas para evitar la infección. Las ampollas no deben romperse por riesgo de infección y enlentecimiento de la cicatrización; cuando se rompen se debe aplicar una pomada antiséptica”.
Ante quemaduras graves debe solicitarse la atención médica
Los síntomas de una quemadura solar, sobre todo en personas de piel blanca, son el enrojecimiento o eritema de la piel asociado al calor y dolor en la zona afectada, en los días posteriores, la piel puede descamarse pudiendo persistir una pigmentación residual.
En las quemaduras más graves, el dolor es más intenso y pueden aparecer ampollas; si existe una afectación mas extensa del cuerpo suele acompañarse de síntomas sistémicos como dolor de cabeza, fiebre, náuseas y cansancio; en casos extremos pueden aparecer complicaciones más graves como convulsiones, coma y muerte.
Las quemaduras solares se producen por la exposición de la piel a los rayos ultravioleta (UVA y UVB) del espectro solar, cuando hemos sobrepasado el tiempo de exposición al sol por el cual la melanina (pigmento natural de la piel que nos protege de dichas radicaciones) nos puede proteger
Las quemaduras solares son peligrosas para la salud por el potencial desarrollo de tumores cutáneos malignos a lo largo de nuestra vida, la piel tiene memoria y cada quemadura solar provoca un daño en el ADN de la célula cutánea afectada, estas células tienen el poder de reparar este daño, pero si se repiten las quemaduras o existe una exposición crónica en la misma zona se perdería este poder reparador y puede acabar desembocando, con el paso de los años, en un cáncer de piel; especialmente con un tipo (melanoma) cuando las quemaduras se han producido en la infancia/adolescencia ,por ello, el papel importante de la fotoprotección en esa edad.
La manera de prevenir quemaduras solares requiere de las siguientes acciones:
– La utilización de cremas protectoras de amplio espectro que absorben todos los rayos UV. Son recomendables los productos resistentes al agua que no desaparecen con el sudor o al contacto con el agua, con un Factor de Protección Solar de al menos 15. La crema protectora tiene que aplicarse abundantemente sobre la piel por lo menos 20-30 minutos antes de exponerse al sol. Se debe volver a aplicar cada dos horas.
– En cuanto a la indumentaria, se debe cubrir la piel con ropa, es más eficaz que los filtros solares de alta calidad; los sombreros de ala ancha, las mangas y los pantalones largos disminuyen la exposición directa. Se ha desarrollado ropa tratada con resinas que absorben los rayos UV y proporcionan una protección de 20 o más para aquellos viajeros con piel fotosensible o antecedentes de cáncer de piel. Se deben utilizar sombreros y gafas de sol con al menos 100 % de protección UV.
– Eliminar la exposición en las horas de mediodía para reducir sustancialmente la exposición a la radiación UV, dado que la mayoría de la exposición solar total en la vida suele producirse antes de los 18 años, es importante educar a los padres y a los niños pequeños acerca de los riesgos de la luz solar.
Los fotoprotectores solares son cosméticos que tienen como finalidad la protección de la piel humana de los efectos nocivos del sol. Para ello se valen de la incorporación de ingredientes cosméticos, los denominados filtros solares, que tienen la propiedad de reflejar, absorber o dispersar los rayos solares, de modo que permiten una exposición solar más prolongada y con menor riesgo.
Los productos de protección solar normalmente actúan frente a las radiaciones UVB y UVA. Deben carecer de toxicidad aguda o crónica y no ser susceptibles de causar irritación ni ninguna otra reacción sensibilizante, ser compatibles con el resto de los componentes de la formulación y ser estables frente al calor, la humedad, la luz intensa y el pH de la piel. La industria cosmética dispone actualmente de un amplio rango de filtros solares que están regulados en la normativa europea. Su clasificación hace referencia a su mecanismo de acción, distinguiéndose así entre filtros físicos, químicos y biológicos.
En este grupo se incluyen los pigmentos inorgánicos (óxido de cinc, dióxido de titanio, mica), opacos a la radiación solar, característica que les permite actuar a modo de pantalla, de forma que por una parte reflejan la luz y por otra la absorben ofreciendo así una extraordinaria protección frente a la radiación solar. Las presentaciones más innovadoras de este tipo de filtro persiguen tamaños de partícula cada vez más pequeños Así se evita el tono blanquecino que dejaban en la piel las formulaciones iniciales, sin menguar por ello la protección requerida. A pesar de la gran eficacia protectora que tienen estos filtros, las formulaciones cosméticas suelen combinarlos con otros para conseguir preparaciones con un factor de protección solar (FPS) más alto, mayor fluidez y características organolépticas que los hagan más agradables al tacto y más fáciles de aplicar.
Se trata mayoritariamente de compuestos orgánicos aromáticos, capaces de absorber radiaciones energéticas con longitudes de onda propias del espectro ultravioleta. Actúan impidiendo la transmisión de la radiación hacia los tejidos subyacentes y evitando así los efectos perjudiciales que provoca la radiación solar sobre ellos. Su capacidad protectora está condicionada por la longitud de onda que sea capaz de absorber la molécula (UVB, UVA), razón por la cual normalmente se utilizan combinaciones de filtros para aumentar su efectividad y conseguir un espectro de absorción lo más amplio posible. Los filtros más empleados son el PABA (ácido p-amino benzoico) Todos ellos deben presentar una buena estabilidad química y tolerabilidad cutánea.
Son moléculas con propiedades antioxidantes, cuya acción radica en el secuestro de los radicales libres responsables del envejecimiento cutáneo y del cáncer fotoinducido. Los máximos representantes de este tipo de filtro son el ácido ascórbico y el tocoferol. Estos ingredientes activos suelen incluirse en las nuevas formulaciones solares, ya que adicionalmente presentan una acción coadyuvante de la actividad fotoprotectora de los filtros físicos y químicos, mejoran el aspecto y elasticidad de la piel y potencian el subsistema inmunológico cutáneo.
El FPS es el cociente entre la dosis eritematógena mínima en una piel protegida por un producto de protección solar y la dosis eritematógena mínima en la misma piel sin proteger. El FPS indica el tiempo que se puede permanecer expuesto al sol con la piel protegida en comparación con la piel sin protección, hasta la aparición del eritema. El valor numérico que aparece en el envase de un protector solar se refiere básicamente al efecto protector frente UVB.