Es beneficioso tanto para la madre como para el bebé. Nos permitirá controlar el peso, favorecer la condición física y en consecuencia mejorar la ansiedad y el estrés. Antes de iniciar cualquier tipo de actividad física, es imprescindible contar con la aprobación de tu ginecólogo.
El plan va a depender de en qué momento vayas a empezar la actividad física, las condiciones de tu embarazo o de si practicabas antes algún deporte con regularidad.
El ejercicio tendrá más limitaciones en caso de hipertensión, mareos, contracciones uterinas, hemorragia vaginal, fatiga, embarazo múltiple, enfermedades cardiacas, amenaza de parto prematuro, feto con déficit de crecimiento.
Si antes de tu embarazo no hacías ejercicio, debes empezar poco a poco, aumentando la intensidad de forma gradual.
En el caso de que hayas practicado deporte con regularidad antes del embarazo, puedes seguir con el programa, ajustándolo y modificándolo cuando sea necesario. En el 1º trimestre las embarazadas deportistas no ven afectado su rendimiento físico, pero a medida que avanza la gestación después va decreciendo gradualmente.
Si practicas una actividad de intensidad moderada, gozas de buena salud y sigues las recomendaciones de tu ginecólogo, no aumenta el riesgo para la madre y para tu bebé. El ejercicio controlado y adecuado no implica que el bebé tenga un bajo peso, que el parto sea prematuro o que se desencadene un aborto.
Preferentemente, natación e hidrogimnasia, la sensación de flotar es muy atractiva para la embarazada y mejora las molestias de la espalda. También el yoga, pilates, bailar o caminar mejoran la flexibilidad y fortalecen los músculos.
Se deben evitar deportes de contacto, rebotes, saltos o cambios bruscos de dirección por el riesgo de caídas. No se debe practicar esquí, buceo o equitación. Si se hace, siempre bajo supervisión médica.
Si no has practicado nunca un deporte, es aconsejable un programa específico de preparación al parto.
La prescripción de ejercicio físico debe ser individualizada y sometida a controles regulares por tu ginecólogo.
El ejercicio debe ser moderado y debes practicarlo de forma regular (3-4 sesiones de 20 a 30 min. por semana).
Es importante hacer un calentamiento previo a la actividad física y para finalizar, relajación.
Evitar ejercicio de alta intensidad o a nivel competitivo.
Utilizar ropa y calzado adecuado.
En verano, evitar las horas de más calor, por riesgo de hipertermia.
Beber suficientes líquidos.
Debe cesar la actividad física si te sientes cansada, tienes mareos, palpitaciones, sensación de falta de aire o dolor de espalda o pelvis.