Cada vez son más las personas que empiezan a tolerar mal una manzana, o una pera, un trozo de mango o una comida que tenga cebolla o ajo. ¿Te pasa a ti? ¿Por qué? Es muy posible que hayas desarrollado una intolerancia a la fructosa.
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Es un azúcar simple que está presente en alimentos como algunas frutas, la miel o formando parte del azúcar común. Además, en la intolerancia a la fructosa, suele haber mala tolerancia de otros componentes como polioles, lactosa, fructanos o galactanos (conocidos por el nombre de FODMAPs). Por eso también te sentarán mal alimentos como el ajo, la cebolla, las legumbres, los champiñones o el trigo.
Cuando no somos capaces de absorber estos elementos, pueden aparecer diferentes síntomas: hinchazón abdominal, gases, dolor abdominal, ruidos y diarrea o estreñimiento. A veces también náuseas, dolores de cabeza y otros problemas extradigestivos.
Si sospechas de esta intolerancia, debes consultar con un especialista para que te solicite realizar un Test de aire espirado para la fructosa, en el que se midan dos gases: hidrógeno y metano.
Esta es, sin duda, la pregunta más importante. La intolerancia a la fructosa es la punta de un iceberg. Detrás de cada caso hay una situación patológica que se debe investigar y tratar. Solo de esta manera podremos solucionar el problema de raíz. La intolerancia a la fructosa puede ocurrir por muchas causas, te comento las más importantes:
– Parásitos intestinales.
– Sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO)
– Disbiosis intestinal (alteración de los microbios intestinales)
– Celiaquía y Enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn o colitis)
Resulta fundamental ponerse en manos de un especialista que pueda guiarnos en el proceso terapéutico:
1) Buscar y tratar la causa que ha desencadenado esta intolerancia
2) Aplicar una dieta baja en FODMAPs (elementos altamente fermentables en el intestino) durante el tiempo de tratamiento.
Es importante entender que a veces hay más intolerancias asociadas (además de la fructosa o los FODMAPs), como la intolerancia a la histamina, la intolerancia a compuestos azufrados o la sensibilidad al gluten no celíaca. Cada uno de nosotros somos únicos y diferentes. Es por ello que debemos de atender a todos los síntomas clínicos y realizar las pruebas diagnósticas que se consideren pertinentes, con tal de mejorar nuestro bien más preciado, la salud.
En La Salud con un equipo de especialistas dedicados a la nutrición humana y dietética que te acompañarán en todo el proceso.
Post escrito por la Dra Lucía Redondo, Directora de la Unidad de terapia nutricional y salud integrativa del Instituto Valenciano Digestivo (IVADI) de La Salud